lunes, 19 de marzo de 2007

ROSSI DE ALVA. Noche de flamenco en Nerja.

Sigo con la crónica de mi fin de semana. Volvemos al viernes pasado. Fuí con mis socios y la esposa de uno de ellos a Nerja a ver un espectáculo flamenco. No soy demasiado fan de este arte, pero cuando veo algo bueno, lo reconozco. Y lo que vi fue excelente.

El espectáculo era del cuadro de Rossi de Alva. Esta pedazo de artista inició sus estudios de baile de muy pequeña y de la mano de su abuela Angelita Didier (una gran bailarina a nivel nacional que actuó en varias ocasiones para el rey Alfonso XIII) y desarrollando sus conocimientos musicales con su padre Salvador de Alva. Se subió por primera vez a un escenario a los seis años, y lleva recorridos Marruecos, Italia, Suiza, Siria, Kenia, Portugal y otras entidades nacionales, llevando su fibroso flamenco por bandera.

El Centro Cultural Villa de Nerja estaba de bote en bote. No cabía un alfiler. Había muchos alemanes e ingleses, y unas british girls, muy "fisnas" ellas, vendían copas de champagne en la entrada, al módico precio de dos euros. Pasé a la sala, que está muy bien, y me senté en la fila 16, en una butaca esquinada, pero con buena visibilidad. Empezó el evento, que se dice ahora, y cada vez que Rosi hacía de las suyas, el público rabiaba de placer.

Ver a un germano de Renania-Palatinado o de Schlewing und Holstein levantarse enfervorizado sin haberse tomado una cerveza, desecho en aplausos, es digno de verse. Esto sucedió durante todo el espectáculo. Por un segundo creí oir gritar un súbdito británico "A tí te parió una madre", que en la lengua de la pérfida Albión suena como " A tí te pawió una madwe". Me imagino que quería decir "la madre que te parió".

Rosi atenta gravemente contra las leyes de la gravedad, luciéndose taconear sin apoyo de sus dedos, rondeñeando con su bastón para gusto de los ingleses adictos a la fusta, doblándose los tobillos como el que unta mantequilla, pintando ochos en el aire con su falda. Toma profesora de conservatorio. Impresionante.

Al final, el público en pie, con los dedos voladores y callos en las manos de tanto aplauso. El coro se marcó unos bises, y los extranjeros salieron del edificio flotando sobre wonderfuls, magnifiques y wunderbars.

A las doce de la noche llegamos a Málaga. Las cocinas estaba cerradas. Cené una tapa de ensaladilla y una cerveza. ¿Me estaré volviendo alemán?


1 comentario:

José dijo...

La lectura de este artículo me ha retro traido a hace muchos años. Todavía Salvador de alva era un chiquillo y soltero por supuesto. Mi padre Jose Cabezas García, primer violin de la orquesta sinfónica de Málaga y Blas, padre de Salvador de Alva, eran compañeros de trabajo. Muchas veces visité de niño la casa de Blas y Angelita Didier, su esposa, en la Calle beatas. Los únicos músicos que estuvieron presentes en el entierro de mi padre, fueron Don Pedro Gutierrez Lapuente y Salvador de Alva. Dios se lo pague.