lunes, 18 de junio de 2007

CUANDO YO ERA PEQUEÑITO.

Queridos amigos lectores, contemplad por un segundo la definición de la palabra felicidad. Yo en un campo sueco, protegido con una gorrita, con un cubo y una pala. ¿Qué más se puede pedir con un año de edad? Pues nada. Momento zen. No había encefalopatía espongiforme, me daban igual el colesterol y los triglicéridos y no sabía quien era Otegui. Me traía al pairo una retención fiscal, los problemas de la vivienda, ETA o si ZP o el otro.

Y aunque todo esté cambiado, aunque ahora no recuerde lo que sueño, pero si lo que vivo, sigo sonriendo.

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