lunes, 1 de octubre de 2007

LA NUIT A LA UCRANIANA. Crónica del sábado noche.

Parecía que la noche iba a resultar algo insulsa. Para celebrar que ya me habían pagado la charla de Dinamarca, fui a cenar con mi amigo Lucas a Málaga. Un sitio bastante clavante cuyo nombre no recuerdo. mala señal. En cuanto lo recuerde, lo digo, para que no ceneis allí. Todo pronosticaba que la velada iba a acabar en un par de copas en algún bareto de la Plaza de la Merced. Craso error. Tu vida pasada, de vez en cuando, viene y te da un cachete en el culete, para que no te olvides de ella.

Pasábamos por delante del Picass en la Plaza de la Merced, a punto de abandonar la búsqueda del sitio perfecto cuando nos topamos con Yuri, dueño del bar, percusionista de la Orquesta de Málaga y ruso de dos metros con voz profunda. Me hizo sentir culpable cuando me dijo que no pasaba por allí, que no iba a comer nunca. Me comentó que los jueves llevan comida rusa. Habrá que ir, le dije.

Decidí entrar, tomarme una cerveza allí, por aquello del congraciarme con el eslavo. Hacerle algún gasto para que no vea que soy un cara. El tipo había presentado en el FICCAB un corto titulado Andalucía en Sacro Tecno, muy peculiar, que mostraba imágenes de semana santa combinadas con música sacra (sí, sí, canto gregoriano y demás). No ganó nada.

Pedí una cerveza con un número nueve en la pegatina. Una cerveza rusa. Deviatka, ponía, Tratkoe, eso no sabía lo que era. De los números si me acuerdo. Me comentó entonces Yuri que la cerveza tenía nueve grados de alcohol. Toma ya.

De pronto Yuri encarga unos chupitos de vodka ucraniano. Nos los bebemos (no soy muy chupitero yo) y aquello sabía a rayos con sopa de rata. Cuando miro la botella, resulta que es un vodka ucraniano con...¡pimiento chile! Nemiroff. Una malévola alienza Mexico-Ucrania que ni en las pelis de James Bond, oiga. A lo largo del tiempo que estuvimos allí me tomé tres de aquellos engendros. ¡Cualquiera le decía que no al bueno de Yuri!

Total, que entre la cerveza y los chupitos...vaya mareo.

En una mesa, mientras tanto, había un grupo de rusas bellísimas. Pero el sitio también estaba lleno de tipos cachas y guapos. Nada que hacer. Yuri nos presentó a una guapísima chica georgiana. No recuerdo su nombre. Hablamos sobre el cine de esa república y al poco huyó. Creo que buscaba un mazas con pelas. O simplemente un tipo con pelas.

Acabamos en el Indiana, creo recordar. Bailé algo y, sobre todo, fui al baño a eliminar el vodka de Chernobil que nos habíamos tomado. Bueno, al menos fue una noche diferente, y probé algo nuevo y, desde luego, distinto. El día que sea un mazas con pelas, pasaré del vodka e iré a por las chicas.

No hay comentarios: