sábado, 3 de mayo de 2008

CALETONES. La playa animada.

Unos cubanos a los que conocí en un taller de reparaciones se ofrecieron a llevarnos a mí y a unos amigos a la playa de Caletones, cercana a Gibara, aproximadamente a 18km. El viaje, algo accidentado por las caracterísiticas de la carretera (unos agujeros como sandías de grandes), lo hicimos en el convertible que apreciais en la foto y valió la pena, pues la playa era riquísima, con el agua calentita y la arena como las compresas, blanca, fina y segura.

Hicimos una entrada espectacular. El tipo que conducía (botella de ron incluida en el lado del cambio de marchas) aparcó donde veis, y más amigos del festival que estaban allí desde temprano alucinaron en colores cuando me vieron aparecer en ese torpedo rojo.

El día anterior nos habíamos acercado el taxi. El conductor nos había acercado a ver La poza fría, una especie de piscina natural con agua de mar filtrada, y que como su propio nombre indica, estaba más bien helada, así que se bañó su tía en bragas, que yo no.

La playa estaba bastante bien, igualita que las de Torremolinos, vamos. Llenas de casitas sin encalar ni nada, bastante rudimentarias, pero funcionales. Y la arena se te metía por todas partes, era fina como la harina.

Entre los habitantes de Caletones destaca una famosa cerda conocida por comerse todas las sobras de los bañistas y visitantes. A nosotros no nos dejó ni con una piel de plátano. Es la de la derecha.

También había cabras y me saqué fotos con ellas, pero no las pongo porque salgo fatal. En dos días me puse negro del sol y la verdad es que cambiar un poco, salirse del cine, me vino muy bien. Ah, y no me puse el bañador rojo. Me puse este monísimo de Lacoste, que me quedaba grande.

2 comentarios:

Stultifer dijo...

Leo que Unos cubanos a los que conocí en un taller de reparaciones se ofrecieron y me quedo casi muerto... prosigo viendo la foto del chancho, el de la derecha y, ¡cielos!, dan ganas de revolcarse a su lado. ¿Lo hiciste?
Me tienes que contar todo, hasta lo incontable.

Jaime Noguera dijo...

No te quedes casi muerto, colgaré la foto de los cubanos del taller de reparaciones. Jajaja. Sí, la historia es algo bizarra.

Y no, no me revolqué, pero es cierto que ganas, ganas, daban.